martes, 15 de agosto de 2017

Steve Jobs: Universidad de Stanford 2005.




    Tengo el honor de estar hoy aquí presente en la ceremonia de graduación de una de las universidades más prestigiosas del mundo. A decir verdad, esto es lo más cerca que jamás he estado de una graduación universitaria. Hoy deseo contarles tres relatos acerca de mi vida. Eso es todo. Nada del otro mundo. Simplemente tres historias.

    El primer relato versa sobre “conectar los puntos”.

    Abandoné la Universidad de Reed después de los primeros 6 meses, pero luego permanecí vagando por allí como oyente otros 18 meses aproximadamente antes de dejarlo completamente. Así que, ¿por qué lo dejé?

    Todo comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una joven estudiante soltera y decidió darme en adopción. Creía enérgicamente que debía ser adoptado por graduados universitarios, de modo que todo se organizó para que al nacer fuese adoptado por un abogado y su esposa. Solo que cuando nací decidieron en el último momento que lo que de verdad deseaban era una niña. Así que mis padres, que estaban en una lista de espera, recibieron una llamada en mitad de la noche que decía: “Tenemos un niño no esperado, ¿lo quieren?” Dijeron: “Por supuesto.” Mi madre biológica averiguó más tarde que mi madre adoptiva nunca se había graduado en la universidad y que mi padre ni tan siquiera había terminado el bachillerato así que se negó a firmar los papeles de adopción. Solo aceptó hacerlo unos meses después, cuando mis padres le prometieron que algún día yo iría a la universidad.

    Y 17 años más tarde fui a la universidad. Pero ingenuamente elegí una universidad que era casi tan cara como Stanford, y todos los ahorros de mis padres, de clase trabajadora, se estaban destinando a mi matrícula. Después de seis meses, no le encontraba sentido alguno. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y tampoco de qué manera la universidad me ayudaría a resolverlo. Y aquí me encontraba, desperdiciando todo el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida. Así que decidí abandonar los estudios y confiar que las cosas terminarían saliendo bien. Era algo que me asustaba, pero en retrospectiva fue una de las mejores decisiones que nunca he tomado. En el momento en que abandoné la universidad podía dejar de asistir a las clases que no me interesaban, y participar como oyente de aquellas que parecían interesantes.

    No todo fue romántico. No tenía un dormitorio, así que dormía en el suelo de las habitaciones de mis amigos, devolvía las botellas de Coca Cola para obtener los cinco céntimos del envase para conseguir dinero para comer, y caminaba más de 10 Km cada domingo por la noche a través de la ciudad para recibir una buena comida una vez por semana en el templo de los Hare Krishna. Me encantaba. Y muchas cosas de las que me tropecé al seguir mi curiosidad e intuición resultaron no tener precio más adelante.

    Les daré un ejemplo. En aquella época la Universidad de Reed ofrecía la que quizás fuese la mejor formación en caligrafía del país. En todas partes del campus, cada cartel, cada etiqueta en cada cajón, estaban bellamente caligrafiadas a mano. Dado que había abandonado los estudios y no tenía que asistir a las clases normales, decidí tomar un curso de caligrafía para aprender cómo se hacía eso. Aprendí acerca de los tipos de letra serif y sans serif, sobre cómo variar el espacio entre letras, sobre qué hace realmente grande a una gran tipografía. Era hermoso, histórico, artísticamente sutil de un modo que la ciencia no puede captar, y yo lo encontré fascinante.

    Nada de esto albergaba siquiera la mínima esperanza de tener alguna aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando el primer ordenador Macintosh, todo volvió a mi mente. Y diseñamos el Mac con eso en su esencia. Fue el primer ordenador con tipografías bellas. De no haber asistido a ese curso en concreto de la universidad, el Mac no hubiera tenido nunca múltiples tipografías ni caracteres con espaciado proporcional. Y dado que Windows simplemente copió a Mac, es posible que ningún ordenador personal las tuviera ahora. De haber continuado mis estudios universitarios, no hubiera asistido a ese curso de caligrafía, y los ordenadores personales no tendrían la maravillosa tipografía que poseen.

    Por supuesto que era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en clase. Pero fue muy, muy claro al mirar para atrás diez años más tarde.

    Nuevamente, no se pueden conectar los puntos hacia adelante; sólo puedes hacerlo mirando hacia atrás. Así que tienes que confiar en que los puntos se conectarán de alguna manera en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Porque creer que los puntos se unirán te darán la confianza de seguir tu corazón. Esta forma de actuar nunca me ha traicionado, y ha marcado la diferencia en mi vida.

    Mi segundo relato es acerca del amor y la pérdida.

    Tuve suerte… descubrí pronto en mi vida lo que realmente quería hacer. Woz y yo comenzamos con Apple en el garaje de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos duro, y en diez años Apple creció de ser una empresa compuesta por nosotros dos en un garaje a una compañía valorada en dos mil millones de dólares y más de 4.000 empleados. Habíamos lanzado nuestra creación más refinada, el Macintosh, un año antes, y yo acababa de cumplir 30. Y me despidieron. ¿Cómo te pueden echar de la empresa que tú has creado?

    Bueno, a medida que Apple crecía, contratamos a alguien que yo pensaba que estaba muy capacitado para dirigir la compañía junto a mí, y durante el primer año más o menos las cosas fueron bien. Pero luego nuestras visiones acerca del futuro comenzaron a diferir y finalmente nos apartamos completamente.

    Cuando eso ocurrió, nuestra Junta Directiva se puso de su parte. Así que a los 30 estaba fuera. Y de forma muy notoria. Aquello en lo que me había concentrado durante toda mi vida adulta había desaparecido, y fue devastador.

    Realmente no supe qué hacer durante unos pocos meses. Sentía que había decepcionado a la anterior generación de emprendedores; que había soltado el testigo en el momento en que me lo pasaban. Me reuní con David Packard (HP) y Bob Noyce (Intel) e intenté disculparme por haber echado a perder las cosas de esa manera. Yo representaba un fracaso público muy importante, e incluso pensé en huir del valle (Silicon Valley).

    Pero algo comenzó a abrirse paso en mí... aún amaba lo que hacía. El curso de los acontecimientos en Apple no había cambiado eso ni un ápice. Había sido rechazado, pero aún estaba enamorado. Así que decidí empezar de nuevo.

    No me dí cuenta entonces, pero resultó que el hecho de haber sido despedido de Apple fue lo mejor que jamás me pudo haber pasado. El peso del éxito fue reemplazado por la ligereza de convertirme de nuevo en un principiante, menos seguro de las cosas. Me liberó para comenzar uno de los períodos más creativos de mi vida.

    Durante los siguientes cinco años, creé una empresa llamada NeXT, otra llamada Pixar, y me enamoré de una mujer asombrosa que se convertiría en mi esposa. Pixar llegó a crear el primer largometraje de animación por ordenador, Toy Story, y en la actualidad es el estudio de animación más exitoso del mundo. En un notable giro de los acontecimientos, Apple adquirió NeXT, yo regresé a Apple, y la tecnología que desarrollamos en NeXT pasó a ser el corazón del actual renacimiento de Apple. Y Laurene y yo tenemos una maravillosa familia. Estoy bastante seguro de que nada de esto habría pasado si no me hubieran echado de Apple. Creo que fue una medicina horrible, pero supongo que el paciente la necesitaba.

    A veces, la vida te golpea en la cabeza con un ladrillo. No perdáis la fe. Estoy convencido de que lo único que me mantuvo en marcha fue mi amor por lo que hacía. Debéis encontrar algo que realmente os apasione. Y esto vale tanto para tu trabajo como para el amor. El trabajo ocupará una parte importante de sus vidas, y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer lo que consideras un trabajo genial. Y el único modo de tener un trabajo genial es amar lo que hagas. Si no lo has encontrado aún, sigue buscando. No te conformes. Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrás cuando lo hayas encontrado. Y como en todas las relaciones geniales, las cosas mejorar y mejoran según pasan los años. Así que… sigue buscando hasta que lo encuentres. No te conformes.

    Mi tercer relato es sobre la muerte.

    Cuando tenía 17, leí una cita que decía más o menos lo siguiente: “Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón.” Me impresionó, y desde entonces, durante los últimos 33 años, cada mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado: “¿Si hoy fuese el último día de mi vida, querría hacer lo que estoy por hacer hoy?” Y cada vez que la respuesta ha sido “No” durante demasiados días seguidos, he sabido que necesitaba cambiar algo.

    Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones en la vida. Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso, se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que uno va a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo por perder. Ya estás indefenso. No hay razón para no seguir tu corazón.
    Hace casi un año me diagnosticaron cáncer. Me hicieron una tomografía a las 7:30 de la mañana y mostraba claramente un tumor en el páncreas. Yo ni sabía lo que era el páncreas. Los médicos me dijeron que era prácticamente seguro un tipo de cáncer incurable, y que mi esperanza de vida seria de tres a seis meses. Mi médico me aconsejó que me fuese a casa y dejara zanjados mis asuntos, la forma médica de decir: prepárate para morir.

    Significa intentar decirle a tus hijos en unos pocos meses todo aquello que pensabas decirles en diez años. Significa asegurarte de que todo queda atado y bien atado, para que sea tan fácil como sea posible para tu familia. Significa decir adiós.

    Viví todo un día con ese diagnóstico. Luego, a última hora de la tarde, me hicieron una biopsia, en la que me introdujeron un endoscopio por la garganta, a través del estómago y hasta los intestinos, pincharon con una aguja mi páncreas y obtuvieron algunas células del tumor. Yo estaba sedado, pero mi esposa, que estaba allí, me dijo que cuando vio las células bajo el microscopio el médico comenzó a llorar porque resultó que era una forma muy rara de cáncer pancréatico que se puede curar mediante cirugía. Me operaron y ahora estoy bien.

    Esto es lo más cerca que he estado de la muerte, y espero que sea lo más cerca que me encuentre de ella durante algunas décadas más. Habiendo pasado por ello, les puedo decir esto con más certeza que cuando la muerte era un concepto útil pero puramente intelectual: Nadie quiere morir. Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así es como tiene que ser, porque la Muerte es probablemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo. Ahora mismo lo nuevo son ustedes, pero dentro de no demasiado tiempo, de forma gradual, se irán convirtiendo en lo viejo y serán apartados. Lamento ser tan dramático, pero es realmente cierto.

    Tu tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de otro. No te dejes atrapar por el dogma que implica vivir según los resultados del pensamiento de otros. No dejes que el ruido de las opiniones de los demás ahogue tu propia voz interior. Y lo que es más importante, ten el coraje de seguir a tu corazón y tu intuición. De algún modo él ya sabe lo que realmente quieres llegar a ser. Todo lo demás es secundario.

    Cuando era joven, había una publicación asombrosa llamada The Whole Earth Catalog (El Catálogo de toda la Tierra), una de las biblias de mi generación. La había creado un sujeto llamado Steward Brand no demasiado lejos de aquí, en Menlo Park, y la trajo a la vida con su toque poético. Esto sucedía en los últimos años 60, antes de los ordenadores personales y la autoedición, así que todo se llevaba a cabo con máquinas de escribir, tijeras, y cámaras Polaroid. Era como Google con tapas de cartulina… 35 años antes de la aparición de Google. Era idealista y rebosaba de herramientas claras y grandes ideas. Stewart y su equipo publicaron varios números de The Whole Earth Catalog, y cuando llegó su momento, sacaron un último número.

    Fue a mediados de los 70, y yo tenía vuestra edad. En la contraportada de su último número había una fotografía de una carretera rural a primera hora de la mañana, el tipo de camino que podrías encontrar si fueses un aventurero haciendo autoestop. Debajo de ella aparecían las palabras: “Sigue hambriento. Sigue alocado”. Era su último mensaje de despedida. Sigue hambriento. Sigue alocado.

    Y siempre he deseado eso para mí. Y ahora, cuando os graduéis para comenzar de nuevo, os deseo eso.

lunes, 29 de agosto de 2016

La batalla de Inglaterra y la biología...

Un relato histórico de como el pensamiento biológico aplicado a algo tan poco biológico como la batalla de Inglaterra, ayudó, tal vez, a cambiar el curso de la misma. Puede que el relato resulte largo, pero merece la pena leerlo.

Un sencillo mapa dividido en cuadrículas y punteado con los lugares donde cayeron las bombas, algo así como el papel que se utiliza en el juego de los barquitos (ahora pomposamente llamado Hundir la Flota), fue suficiente para cambiar el rumbo de la Batalla de Inglaterra, y con ella el destino de los aliados en el conflicto que derivó, tres años después, en la derrota definitiva de Hitler en Berlín.

La Europa democrática de 1940 vivía desconcertada por la eficacia de la Wehrmacht, su gran capacidad de movilidad y la efectividad de los golpes de mano que le permitieron en un tiempo récord hacerse con el control de medio continente. Precisión atribuida al genio militar, a la audacia, a la estrategia, a la capacidad de observación... pero nunca asociada al conocimiento matemático. Porque hasta entonces, las matemáticas, en el arte de la guerra, quedaban relegadas a la asignatura de balística.

En sólo tres días
Volvamos al mapa de la ciudad de Londres... Todas las historias tienen un principio y ésta arranca con un sencillo anuncio en la prensa donde John B. Sanderson Haldane, profesor universitario y biólogo iconoclasta que le gustaba investigar en los campos más variados (fisiología, origen de la vida,  genética de poblaciones), ofrecía sus servicios al Gobierno de Su Majestad para predecir el lugar donde se iban a producir los bombardeos de la Luftwaffe y evitar, así, los daños colaterales.
Para ello, precisaba en su anuncio, necesitaría tres días y una mínima información estratégica por parte del Alto Estado Mayor Británico. Desde su despacho en la Universidad, Haldane entendía que su contribución a la patria tenía que ir un paso más allá que educar a futuras generaciones de universitarios, y que no debía quedarse mirando por la ventana mientras una lluvia de bombas provocaba la muerte y destrucción a su alrededor.

Nadie, salvo el propio Winston Churchill reparó en tan extravagante oferta de salvación nacional. Pero como daba la casualidad de que se trataba del jefe del gobierno, aceptó el guante lanzado por el científico y Haldane recibió una llamada para acudir a una audiencia con el mismísimo jefe de Gobierno y los responsables militares de la defensa de Gran Bretaña. (Churchill sabía que un Haldane -el padre del biólogo- había trabajado con eficacia para los militares durante la I Guerra Mundial; tal vez otro Haldane podría trabajar eficientemente durante la II).
Churchill consiguió unas líneas en el Gran libro de la Historia; y por algo tan sencillo como saber escuchar. La cita tuvo lugar en la sede del Almirantazgo y ante la incredulidad de los militares asistentes, quienes no la tomaron suficientemente en serio, Haldane llegó con su cartera agradeciendo el recibimiento pero rehusando la ayuda.
No necesitaba información adicional. Había dado con la solución por sus propios medios. Desplegó un plano de la ciudad de Londres dividido en cuadrículas (cien para ser exactos) y con una serie de puntos que marcaban los lugares donde habían impactado las bombas. Y espetó a sus interlocutores si podían sostener que los nazis al mando de Goering lanzaban sus ataques obedeciendo a un plan milimétrico o bien, los artefactos impactaban por azar, según la improvisación de cada escuadrilla de bombardeos.

Haldane había superpuesto sus conocimientos en genética de poblaciones (concretamente sobre la aparición de mutaciones) a la supuesta puntería infalible de la Lutwaffe. Que aparezca una determinada mutación es un suceso raro, al igual que lo es la caída de una bomba en un lugar determinado. En su conjunto, las mutaciones, los impactos de las bombas, los premios gordos de la lotería de Navidad o cualquier suceso raro siguen determinadas distribuciones, es decir que obedecen a un patrón concreto, aunque las lancen por azar. Y se pueden caracterizar matemáticamente de forma sencilla.
Incrédulos, los militares, y sobre todo el jefe del Gobierno, seguían las explicaciones del profesor, quien sin ningún tipo de rubor afirmó que los nazis, lejos de la eficacia prusiana, se comportaban más bien como chapuceros mediterráneos cuando bombardeaban. Y para ello, les explicó que los resultados de los impactos sólo podían obedecer a una de las siguientes distribuciones estadísticas, cada una de las cuales representaba una diferente estrategia de bombardeo:
  1. Si la varianza (V, un estimador de la dispersión que se produce cuando se hace una estadística -el famoso ± % de las encuestas-) dividida por la media (M) de los impactos que alcanzan cada cuadrícula de Londres es igual a 1 (V/M = 1), entonces los bombardeos nazis siguen una distribución de Poisson. Esta distribución es la que caracteriza los sucesos raros que ocurren por azar.
  2. Si el cociente de varianza entre media es menor que 1 (V/M < 1), indica que los impactos siguen una distribución regular, es decir, que los aviones cubren un área muy grande dejando caer las bombas de manera regular (vuelan en formaciones que dejan caer las bombas a intervalos constantes).
  3. Si la relación entre varianza y media es mayor que 1 (V/M > 1), indica que los impactos de las bombas siguen una distribución en agregados (o contagiosa). Esto es así porque los bombardeos se dirigen a puntos estratégicos previamente elegidos (y aciertan casi siempre en ellos).

Ni que decir tiene que si las bombas siguen el patrón número 3. Si las bombas seguían el patrón nº 2, simplemente intentaban arrasar lo más extensamente posible la ciudad sin precisar sus impactos. En cambio, el patrón número 1 indicaría que los aviones, llegados a las cercanías de Londres, simplemente dejaban caer sus bombas donde buenamente podían acertando por pura casualidad.

Con independencia del resultado de los bombardeos, la Batalla de Inglaterra correspondía a una estrategia diseñada que se inició en julio de 1940 y cuyo objetivo, en primera instancia, era disminuir la operatividad de la Royal Air Force (RAF) mediante la destrucción de las estaciones de radar y los aeródromos; en segundo lugar, la destrucción de los polos de producción de aeronaves (especialmente la fábrica SuperMarine donde se construían los cazas Spitfire) y las infraestructuras terrestres; y en tercer lugar, el bombardeo de centros de interés político, para culminar con la invasión terrestre. Tanto Hitler como Goering confiaban en aterrorizar a la población y provocar una rendición sin condiciones cuando los primeros soldados de la Wehrmacht pisaran las islas.
Así, la ciudad de Londres fue bombardeada por aviones germanos, de día y de noche. También hubo ataques contra otras ciudades como Birminghan, Bristol, Coventry o Liverpool. Pero la distribución de los numerosos puntos que adornaban las cuadrículas del mapa de Haldane no dejaban mucho lugar a la duda: pese a la saña de los nazis por sembrar el terror, no conseguían nada mejor que lanzar bombas al azar. A pesar de su supuesta sofisticación tecnológica, los nazis bombardearon Inglaterra de la manera más ineficiente posible. Es decir, que se ajustaban al patrón número 3.
De este modo, continuaba Haldane su parlamento, la población debería seguir viviendo donde siempre y los refugios antiaéreos se deberían construir en esos mismos puntos. Proponía que cualquier sitio que pudiera albergar aviones se convirtiera en un pequeño aeródromo -se diseminaron mini aeródromos a lo largo y ancho de todas las islas- y que las baterías para la defensa antiaérea se ubicaran donde fuera más fácil colocarlas. Parece ser -según contaban colaboradores del biólogo años después-, que Haldane terminó su discurso con una sesuda exposición de las estrategias que siguen los grandes predadores para encontrar los bancos de peces en el mar y que estrategias siguen los pececillos para minimizar sus posibilidades de encontrarse con un depredador.

Haldane, satisfecho por lo menos con haberse expresado, abandonó el ministerio y reanudó su actividad académica (el reconocimiento público le llegó como uno de los padres de la genética de poblaciones -junto con Ronald Fisher y Sewall Wright-, así como por su aportaciones al conocimiento del origen de la vida).
La solución a los bombardeos quedó en manos de Churchill y sus militares. En un momento donde incluso muchos de los colegas de sir Wiston eran partidarios de la rendición, pues nada podía hacerse ante la invencible maquinaria de guerra nazi, los cálculos de Haldane reavivaron la esperanza del premier y su determinación de luchar. En aquel momento, solo Gran Bretaña se resistía a los nazis como la última esperanza frente a los totalitarismos. Su rendición, sin duda, habría cambiado el curso de la Historia.

La Batalla de Inglaterra se prolongó casi un año; pero desde la visita del científico escocés, los nazis tenían la sensación permanente de estar perdiendo la batalla, y además no lograban el objetivo reclamado por la marina para iniciar la invasión terrestre: acabar con la RAF. Terminaba mayo de 1941 cuando Alemania cambió sus preferencias en el tablero de la guerra. El Gobierno británico, lejos de dar muestras de capitular, cada vez derribaba más aparatos de la Luftwaffe, así que Hitler, dio media vuelta y se lanzó de lleno a la Operación Barbarroja: la conquista de la URSS.
El general Curtis LeMay, jefe del mando estratégico de bombarderos norteamericanos en el Pacífico durante la guerra con Japón, aprendió gracias a Haldane que no se podía bombardear como los nazis: dirigió una campaña de bombardeo estratégico contra las ciudades japonesas a las que arrasó totalmente siguiendo sistemáticamente un patrón de bombardeo regular. Esta estrategia era tan destructiva que LeMay comentó que si los aliados hubiesen perdido la guerra, sin duda él hubiera sido considerado el principal criminal de guerra.

Haldane, afiliado desde su juventud al partido comunista, abandonó sus filas en 1956 y, un año después, Gran Bretaña para ir a exilarse a India (en gran parte debido a los enfrentamientos que mantuvo con sus colegas), donde prosiguió con sus investigaciones y donde acabó adoptando su nacionalidad.

fuente: Fronterad.com

martes, 5 de julio de 2016

Can we prevent the end of the world?

Este no es un mensaje apocalíptico del autor del blog, sino una reflexión de Martin Rees que merece la pena escuchar.

domingo, 28 de febrero de 2016

Joshua Bell en el metro de Washington DC (12-1-2007).


MADRID.- El violinista estadounidense Joshua Bell ha demostrado que, pese a tocar magistralmente, si es en el metro de Washington, los pasajeros pasan de largo.El experimento, planificado por el diario 'The Washington Post' y publicado en su dominical de esta semana, consistía en observar la reacción de la gente ante la música tocada por Bell, uno de los mejores violinistas del mundo, que aceptó la propuesta de actuar de incógnito en el subterráneo estadounidense.
El 12 de enero pasado, a las 07.51 de la mañana, el artista y ex niño prodigio comenzó su recital de seis melodías de diversos compositores clásicos en la estación de L'Enfant Plaza, epicentro del Washington federal, entre decenas de personas cuyo único pensamiento era llegar a tiempo al trabajo.

Un experimento del 'Washington Post'

La pregunta que lanzó el rotativo era la siguiente: ¿Sería capaz la belleza de llamar la atención en un contexto banal y en un momento inapropiado?
En ese momento, Bell, ataviado con unos vaqueros, una camiseta de manga larga y una gorra, comenzó a emitir magia desde su Stradivarius de 1713 -valorado en 3,5 millones de dólares- ante las 1.097 personas que pasaron a escasos metros de él durante su actuación.
En los 43 minutos que tocó, el violinista (nacido en Indiana en 1967) recaudó en su estuche 32 dólares y 17 céntimos -donados a la beneficencia-. La cifra es está muy lejos de los 100 dólares que los amantes de su música pagaron tres días antes por asientos decentes (no los mejores) en el Boston Symphony Hall, que registró un lleno completo. En cambio, en L'Enfant Plaza, alejado de las campañas de promoción de su arte, fuera de los grandes escenarios y con la única compañía de su violín, a Bell sólo lo reconoció una persona y muy pocas más se detuvieron siquiera unos momentos a escucharle.
Leonard Slatkin, director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Estados Unidos, dijo al Post que calculaba que "entre 75 y 100 personas se pararían y pasarían un rato escuchando" al artista, aunque nadie cayera en la cuenta de su identidad a primera vista.

30 segundos hasta el primer dólar

De hecho, pasaron tres minutos y 63 personas hasta que alguien se cercioró de que, efectivamente, una melodía sonaba en el subterráneo. Un hombre de mediana edad fue el primero en apartar la vista del suelo, aunque fuera por un segundo, para dirigirla hacia Bell. Treinta segundos después llegó el primer dólar y a los seis minutos alguien decidió pararse por un momento para apoyarse en una de las paredes de la estación y disfrutar de la música.
El violinista comenzó con la interpretación de la chacona de la Partita número 2 en Re menor de Johann Sebastian Bach y siguió con piezas como el Ave María, de Schubert, o la "Estrellita", de Manuel Ponce.
Siete conquistas, 27 'colaboraciones' En total, fueron siete los individuos que detuvieron su marcha para escucharle, mientras 27 decidieron contribuir a la "causa". Aunque sólo lo reconoció una mujer que había estado en uno de sus conciertos, en general quienes se pararon a escucharle percibieron que el artista no era un pedigüeño cualquiera. "Era un violinista soberbio, nunca he oído nada así. Dominaba la técnica, su fraseo era buenísimo. Y su cacharro era bueno, también, el sonido era amplio, rico", describió John Piccarello, un supervisor postal que en su día estudió violín.
Otro pasajero que se detuvo a oír al virtuoso fue John David Motensen, funcionario del Departamento de Energía, que sin los conocimientos de Piccarello sí explicó al Post que la música de Bell le hacía "sentir en paz".

La belleza, en el ojo que mira

El redactor del Post, Gene Weingarten, que ideó el experimento, ha afirmado durante una charla con los lectores del diario que retrasó la publicación del artículo debido al premio 'Avery Fisher', el más importante de la música clásica, que recibirá el artista mañana.
En conclusión, según el Post, los ciudadanos de Washington hicieron bueno el refrán que defiende que "la belleza se encuentra en el ojo de quien mira". Y en el oído de quien escucha, al parecer.

Publicado en el diario "El Mundo".
Para saber más: Wikipedia (en).

martes, 9 de febrero de 2016

Las plantas carnívoras "cuentan" para cazar sus presas.

Cuando escasean los nutrientes del suelo, las plantas carnívoras necesitan incorporar insectos o arañas en sus dietas. Sin embargo, cerrar el órgano de captura alrededor de sus presas conlleva un gasto de energía muy alto y, por eso, la planta tiene que decidir cuidadosamente si le merece la pena hacerlo. Un estudio publicado enero en la revista Current Biology y en el que participa el  Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), en España, desvela que, para tomar esta decisión, la planta utiliza los números.
El estudio se ha realizado en la Dionaea muscipula o venus atrapamoscas, una planta carnívora que para detectar a sus presas, cuenta con la ayuda de pelos sensores en la superficie de las hojas de captura. Según los autores, la venus atrapamoscas es capaz de contar cuántas veces estos pelos han sido tocados por el insecto para decidir si merece la pena atraparlo y digerirlo.
Un primer contacto con el pelo sensor no es suficiente para cerrar la trampa (podría ser una falsa alarma), pero sirve para ponerse alerta. Un segundo contacto en menos de 30 segundos, y el órgano de captura se cerrará sobre su presa.

Mientras intenta escapar, el insecto vuelve a tocar repetidamente el pelo sensor. Esto provoca el cierre hermético de la trampa que forma lo que los autores denominan “estómago verde”.

 Fuente: Wikipedia.org

“Tras el segundo contacto se empieza a liberar jasmonato, una hormona que producen muchas plantas en respuesta al tacto”, explica Roberto Solano, investigador del CNB y uno de los autores. El jasmonato estimula la producción de enzimas para digerir a la presa y, al mismo tiempo, se comienzan a expresar transportadores para captar los nutrientes derivados de la digestión.

A partir de este punto, cuantos más contactos se produzcan, más enzimas digestivas se liberarán.  De esta manera, la planta consigue evaluar el coste-beneficio de su caza y asegurar que sale ganando. (Fuente: Centro Nacional de Biotecnología)